El jueves 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana, frente a las costas de Michoacán, las placas tectónicas de Cocos y Norteamericana generaron un terremoto de 8.1 grados Richter.
Golpeó los estados de Michoacán, Guerrero, Colima y Jalisco. En pocos segundos la onda sísmica recorrió más de 350 kilómetros hasta el corazón de la Ciudad de México.
Un movimiento oscilatorio interrumpido por pequeños periodos de inmovilidad, causando trepidaciones. El sismo fue tres veces mayor al de 1957 que provocó la caída del Ángel de la Independencia.
En dos minutos, la sacudida dañó seis mil edificios y 450 quedaron destruidos.
“Por lo tanto abajo de donde se erigió nuestra gran ciudad, tenemos agua fundamentalmente, a pesar de que en apariencia ya está sólida la superficie”, explicó Francisco López Rivas, presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles.
“Si viene un sismo de la costa, de donde venga, pues son ondas pequeñas con una aceleración relativa pero en cuanto llega a la zona de los lagos, este se amplifica, lo que se llama efecto de sitio”, pronunció Luis Wintergerst Toledo, experto en Protección Civil.
La magnitud de la tragedia rebasó a las autoridades, además de que había destrucción en hospitales como el Juárez y el Centro Médico Nacional.
La ciudadanía se volcó al rescate, miles de manos en Tlatelolco, la colonia Roma, el Centro Histórico.
La cifra oficial fue de 6 mil muertos, más de 10 mil damnificados, 30 años después, el rostro de la Ciudad de México se ha renovado y la ciudadanía se ha preparado con programas de Protección Civil.
Fuente Agencias/Oncetv/fcf Foto: Archivo
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